¡Hola! Bienvenidos de nuevo a nuestro Diario. Teníamos muchas ganas de contaros el taller de dos días organizado por la asociación Vi de la Terra de Mallorca al que tuvimos la suerte de asistir el mes pasado.
El taller
Vi de la Terra de Mallorca es un Consejo Regulador preocupado por recuperar y proteger las variedades de uva autóctona del vino mallorquín, para ello realizan eventos donde combinan la promoción de bodegas y sus vinos junto con actividades de todo tipo. Nosotras tuvimos la oportunidad de asistir a un taller de iniciación a la cestería mallorquina, senalla mallorquina, impartido por el maestro artesano Guiem Cassellas en dos bodegas que apuestan por la viticultura ecológica, Son Juliana en Santa Eugenia y el Microceller Son Crespí en Santa María.
Historia de la senalla mallorquina
La isla de Mallorca, a pesar de ser conocida principalmente por su costa, tiene una tradición artesana muy arraigada que fue el sustento de sus habitantes durante mucho tiempo. El trabajo manual, debido a la deslocalización a países con materiales y mano de obra más barata, ha quedado prácticamente en desuso.
Una de nuestras metas de ser una marca que diseña y produce de forma local, es conseguir incentivar y concienciar sobre la producción y la economía artesanal mallorquina.
En los siglos XIX y XX, Mallorca, un reconocido centro comercial y de fabricación del cuero donde pequeños talleres se transformaron con el tiempo en marcas reconocidas internacionalmente en la industria de la moda, vio cómo otro tipo de producción artesanal ganaba terreno: la cestería mallorquina, también conocida como obra de llatra, que consiste en la utilización de las hojas de palmito que los artesanos trabajan con sus manos para crear multitud de originales objetos. Para comprender la importancia de la artesanía, y en concreto de la cestería en Mallorca y su impacto en el resto del mundo, en 1899 se creó en Capdepera la primera y única cooperativa destinada a la comercialización de productos de palma.
Recolecta y tratamiento del palmito
El palmito, en concreto el margalló, es un tipo de palmera autóctona de las Islas Baleares localizada en las zonas montañosas. A pesar de que el objetivo principal de la recolecta de las hojas esté enfocado en su uso para la artesanía, esta labor ayuda a que crezcan más fuertes. A diferencia de en otros lugares, en Mallorca las hojas de palmito se almacenan en un azufrador. El azufrador es un pequeño horno construido de piedra caliza o marés con una reja en su interior donde se depositan las hojas, y a ras del suelo una abertura para introducir el azufre encendido. El proceso de azufrado es esencial porque reduce, afina, blanquea y da ductilidad a la palma. Las hojas se depositan doce días en el horno, y se les da la vuelta cada tres días.
Pasado este tiempo, se lleva a cabo el embrinat, labor que consiste en filamentar las hojas para obtener las afinadas cintas vegetales o brins que permitirán el posterior trenzado de la llatra. Las hebras o brins más finas se guardan para después aprovecharlas en la elaboración de objetos como escobas y pinceles, mientras que las hebras más gruesas, usadas en el trenzado, se utilizan en la elaboración de sombreros y cestos. Después de la selección de las hebras, se remojan en agua de mar o agua con lejía para darles mayor flexibilidad y un tono más blanco.
El proceso de creación
El primer paso en el proceso de creación de una cesta consiste en llevar a cabo un trenzado. Mediante cinco hebras, se van entrelazando y añadiendo nuevas para crear una trenza. Cuando se obtienen todas las trenzas con la forma y el tamaño de la cesta que se quiere llevar a cabo, se cosen a mano con una aguja de latón e hilo a base de hoja de palmito. Como resultado de todo este largo, laborioso y minucioso trabajo de artesanía se obtiene una cesta mallorquina.
A medida que Guiem nos explicaba todo este proceso, nos enseñó a confeccionar nuestra propia cesta y este fue el resultado, en gran parte gracias a su ayuda y colaboración:

Estamos muy agradecidas de haber podido vivir esta experiencia tan divertida y enriquecedora, así como de haber conocido la historia de los productos artesanales en nuestra querida isla. Queremos agradecer de nuevo a Vi de la Terra de Mallorca, Guiem Cassellas, bodega Son Juliana y Microceller Son Crespí por hacer todo esto posible.